LONDRES – Cuando visité el campo de refugiados Zaatari en Jordania a principios de este año, conocí niños que me contaron qué significa para ellos la educación. Para los jóvenes sirios que fueron obligados a abandonar sus hogares y perdieron todo, la educación va más allá de un título o las notas en los exámenes, encarna su esperanza para el futuro.
LONDRES – Cuando visité el campo de refugiados Zaatari en Jordania a principios de este año, conocí niños que me contaron qué significa para ellos la educación. Para los jóvenes sirios que fueron obligados a abandonar sus hogares y perdieron todo, la educación va más allá de un título o las notas en los exámenes, encarna su esperanza para el futuro.