BERLÍN – Los pueblos de Túnez y Egipto han demostrado que la democracia en los países árabes no tiene por qué llegar a punta de fusiles occidentales. No obstante, si bien el impulso para el cambio democrático ha sido local y auténtico, no hay garantías de que habrá transiciones políticas exitosas: los gobiernos electos democráticamente se enfrentarán a los mismos problemas sociales y económicos que contribuyeron a la caída de los viejos regímenes –entre ellos, la necesidad de crear empleos y oportunidades para los jóvenes.
BERLÍN – Los pueblos de Túnez y Egipto han demostrado que la democracia en los países árabes no tiene por qué llegar a punta de fusiles occidentales. No obstante, si bien el impulso para el cambio democrático ha sido local y auténtico, no hay garantías de que habrá transiciones políticas exitosas: los gobiernos electos democráticamente se enfrentarán a los mismos problemas sociales y económicos que contribuyeron a la caída de los viejos regímenes –entre ellos, la necesidad de crear empleos y oportunidades para los jóvenes.