PRAGA – Cuando oí lo que algunos europeos decían en el momento en que mi país estaba preparándose para ocupar la presidencia de la Unión Europea, sentí un débil eco de la infame descripción por parte de Neville Chamberlain de Checoslovaquia como “un país lejano del que sabemos poco”. Supongo que el descaminado intento de Donald Rumsfeld, hace unos años, de incitar a una división entre “la nueva y la vieja” Europa contribuyó al resurgimiento de esa desdeñosa actitud.
PRAGA – Cuando oí lo que algunos europeos decían en el momento en que mi país estaba preparándose para ocupar la presidencia de la Unión Europea, sentí un débil eco de la infame descripción por parte de Neville Chamberlain de Checoslovaquia como “un país lejano del que sabemos poco”. Supongo que el descaminado intento de Donald Rumsfeld, hace unos años, de incitar a una división entre “la nueva y la vieja” Europa contribuyó al resurgimiento de esa desdeñosa actitud.