ESTOCOLMO/MADRID – Cuando el Papa Francisco se dirigió al Parlamento Europeo el pasado mes de noviembre, comparó a la Unión Europea con una abuela, agradable y con mucha experiencia, pero carente de la vitalidad y la energía del pasado. Ya es hora –sostuvo Francisco– de que los dirigentes de la UE se deshagan de la impresión de adormecimiento que dan, reconozcan los imperativos estratégicos que afronta Europa y forjen una política clara para abordarlos.
ESTOCOLMO/MADRID – Cuando el Papa Francisco se dirigió al Parlamento Europeo el pasado mes de noviembre, comparó a la Unión Europea con una abuela, agradable y con mucha experiencia, pero carente de la vitalidad y la energía del pasado. Ya es hora –sostuvo Francisco– de que los dirigentes de la UE se deshagan de la impresión de adormecimiento que dan, reconozcan los imperativos estratégicos que afronta Europa y forjen una política clara para abordarlos.