Así como la familiaridad engendra desprecio, así también el éxito engendra autocomplacencia. Lamentablemente, así parece ser en Rusia, cuyo gobierno ha elegido el primer período de crecimiento económico prolongado desde la caída del comunismo -con superávit presupuestario e inversión, al parecer, de la tendencia a la fuga de capitales- para reanudar las guerras contra la oligarquía del decenio de 1990.
Así como la familiaridad engendra desprecio, así también el éxito engendra autocomplacencia. Lamentablemente, así parece ser en Rusia, cuyo gobierno ha elegido el primer período de crecimiento económico prolongado desde la caída del comunismo -con superávit presupuestario e inversión, al parecer, de la tendencia a la fuga de capitales- para reanudar las guerras contra la oligarquía del decenio de 1990.