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Cambiar África desde dentro

ROMA – En la actualidad, una grave crisis alimentaria amenaza a Sudán. En África del Este, donde millones ya dependen de la ayuda de alimentos, se avecina un fuerte aumento en el coste de los cultivos de primera necesidad.

Estas son apenas las últimas causas de preocupación en un periodo turbulento que comenzó hace dos años, cuando muchas áreas de África y Asia sufrieron de falta de alimentos debido a un alza mundial en los precios, que hizo que los pobres, que ya tenían que hacer grandes esfuerzos por satisfacer sus necesidades básicas, se vieran empujados a una pobreza todavía mayor. Y tras ello vino la crisis financiera global, que también golpeó a los pobres con más fuerza.

En la mayor parte de los países desarrollados, la agricultura es la principal fuente de empleo y exportaciones. Históricamente ha impulsado el desempeño económico de muchos países, generando un crecimiento que ha demostrado ser al menos el doble de eficaz para reducir la pobreza que el crecimiento en otros sectores. En consecuencia, la inversión en desarrollo agrícola y rural es vital para la seguridad alimentaria y un desarrollo económico sostenible.

De hecho, la gran mayoría de los países que hoy son desarrollados crecieron a partir de sólidas bases agrícolas, cuyos superávits de producción generaron riqueza y prosperidad. Eso es lo que está ocurriendo hoy en día en Vietnam, y es el camino que China e India emprendieron para ir convirtiéndose en motores de crecimiento económico.

La pobreza es predominantemente rural. En el mundo, tres cuartos de las personas que viven en extrema pobreza se encuentran en áreas rurales y dependen de la agricultura y actividades relacionadas para su sustento. Cerca de 380 millones de mujeres, niños y hombres en el África subsahariana sobreviven con menos de 1,25 dólar por día.

Muchos están desnutridos o hambrientos. Sin embargo, con cerca de 80 granjas pequeñas en el África subsahariana que producen un 80% de los productos agrícolas, los pequeños campesinos tienen un papel clave para solucionar las crisis financiera y alimentaria y hacer realidad el potencial de África de alimentarse a sí misma.

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Para sacar a la gente de la pobreza y lograr la seguridad alimentaria, se necesita un esfuerzo sostenido que permita desarrollar la agricultura africana y la infraestructura relacionada (principalmente caminos, telecomunicaciones y energía) que se necesita para desarrollar este potencial. Fortalecer la agricultura es una de las mejores inversiones que puede hacer un país africano.

Los miembros de la Unión Africana reconocieron esto en 2003 en Maputo, Mozambique, al comprometerse a destinar a la agricultura al menos el 10% de sus presupuestos nacionales. Si bien ocho países han cumplido o superado el objetivo, el continente como un todo no lo ha hecho.

Sin embargo, no es suficiente alcanzar esta meta. Los gobiernos deben crear un ambiente de políticas adecuado para que las inversiones apropiadas en investigación y desarrollo permitan aumentar la productividad y elevar la producción.

La inversión en agricultura en África se debe centrar en crear un dinámico sector de pequeños propietarios. Cuando el sector rural adquiere dinamismo, genera demanda local de bienes y servicios producidos localmente. A su vez, esto puede impulsar un crecimiento sostenible del empleo no agrícola en las áreas de servicios, agroprocesamiento y manufactura a pequeña escala. Esto es crucial para el empleo rural, sin el cual los jóvenes pobres se alejarán de sus comunidades en busca de trabajo en las ciudades.

La agricultura, predominantemente a pequeña escala, representa cerca de un 30% del PGB de África y al menos un 40% del valor de sus exportaciones. En varios países africanos pequeños, desempeña un papel incluso más importante, representando 80% o más de los ingresos por exportaciones.

El potencial de estas cifras seguirá sin ser aprovechado a menos que los países africanos pongan en práctica las políticas correctas para ayudar a que la agricultura se desarrolle y florezca. No obstante, esta transformación no ocurrirá sino hasta que el sector privado participe plenamente de la producción, el procesamiento y la comercialización agrícolas. Los gobiernos deben adoptar una actitud más abierta a los inversionistas para concitar un mayor interés del sector privado.

En términos más generales, los países africanos deben poner orden en sus ámbitos económico y político: seguir profundizando las bases de la democracia y asegurar la estabilidad política que es tan crucial para el crecimiento económico. También es fundamental que sigan mejorando sus sistemas para crear un ambiente que posibilite un  dinámico crecimiento rural que transforme en empresarios a los campesinos de subsistencia.

Dado su papel central no sólo como madres y proveedoras de cuidados, sino también como campesinas, las mujeres rurales tienen la llave para la seguridad alimentaria. Por eso, una nación que no dé oportunidades a las mujeres no puede alcanzar su pleno potencial. En África es necesario dar pasos significativos para fortalecer a las mujeres y mejorar su estatus en la sociedad, particularmente en lo relacionado con la propiedad de la tierra y el acceso al crédito.

Finalmente, si bien la inversión en ayuda para el desarrollo es fundamental para apoyar el progreso de África, en último término los países tienen que hacerse responsables de su propio desarrollo. Ninguna nación o pueblo se ha desarrollado nunca únicamente gracias al apoyo externo.

Así, el desarrollo de África debe ser emprendido por los africanos y para los africanos. Cada árbol y planta debe tener firmes raíces en su propio suelo para crecer. El cambio no se puede imponer desde fuera, se debe cultivar desde dentro.

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