La continua presentación de historias espeluznantes sobre el calentamiento global en los medios populares nos atemoriza innecesariamente. Peor aún, aterroriza a nuestros hijos.
Al Gore célebremente describió de qué manera un incremento del nivel del mar de 20 pies (6 metros) inundaría casi por completo a Florida, Nueva York, Holanda, Bangladesh y Shanghai, aunque las Naciones Unidas estiman que los niveles del mar aumentarán 20 veces menos que eso, y no tendrán esas consecuencias.
Frente a estas exageraciones, algunos de nosotros decimos que son por una buena causa, y seguramente no se hace mal a nadie si el resultado es que nos concentremos aún más en enfrentar el cambio climático. Un argumento similar se utilizó cuando la administración de George W. Bush sobreestimó la amenaza terrorista del Irak de Saddam Hussein.
Pero este argumento es asombrosamente erróneo. Estas exageraciones causan mucho daño. Preocuparse excesivamente por el calentamiento global implica preocuparse menos por otras cuestiones, en las que el bien que haríamos podría ser mucho mayor. Nos concentramos, por ejemplo, en el impacto del calentamiento global en la malaria -que significará poner en riesgo a una cantidad mínimamente mayor de personas en 100 años- en lugar de ocuparnos de los 500 millones de personas que sufren de malaria hoy con políticas de prevención y tratamiento que son mucho más económicas y decididamente más efectivas de lo que sería la reducción de las emisiones de carbono.
La exageración también desgasta la voluntad de la población de enfrentar el calentamiento global. Si el planeta está condenado, la gente se pregunta, ¿para qué hacer algo? El 54% de los votantes norteamericanos, una cifra sin precedentes, hoy cree que los medios de comunicación hacen que el calentamiento global parezca peor de lo que realmente es. Una mayoría de la gente hoy cree -incorrectamente- que el calentamiento global ni siquiera es causado por los seres humanos. En el Reino Unido, el 40% cree que el calentamiento global es exagerado y el 60% duda de que sea producto del hombre.
Pero el peor costo de la exageración, a mi entender, es la alarma innecesaria que causa -particularmente entre los niños-. Recientemente, discutí el cambio climático con un grupo de adolescentes holandeses. A uno de ellos le preocupaba que el calentamiento global hiciera que el planeta "explotara" -y todos los demás tenían miedos similares.
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En Estados Unidos, la cadena de televisión ABC hace poco informó que los psicólogos están empezando a ver más neurosis en la gente ansiosa por el cambio climático. Un artículo publicado en The Washington Post citaba el caso de Alyssa, de 9 años, que llora frente a la posibilidad de extinciones masivas de animales como consecuencia del calentamiento global. En sus propias palabras: "No me gusta el calentamiento global porque mata a los animales, y a mí me gustan los animales". De un niño que todavía tiene que perder sus dientes de leche: "Me preocupa el [calentamiento global] porque no me quiero morir".
El periódico también informaba que los padres están buscando salidas "productivas" para las obsesiones de sus hijos de ocho años con la muerte de los osos polares. Sería mucho mejor si los educaran y les hicieran saber que, contrariamente a lo que se cree, la población mundial de osos polares se ha duplicado y tal vez hasta cuadruplicado en los últimos 50 años, a aproximadamente 22.000. A pesar de la reducción -y eventual desaparición- del hielo estival en el Ártico, los osos polares no se extinguirán. Después de todo, en la primera parte del actual período interglaciar, prácticamente no existían glaciares en el hemisferio norte, y el Ártico probablemente estuvo libre de hielo durante 1.000 años, y sin embargo los osos polares todavía están entre nosotros.
Otro niño de nueve años le mostró a The Washington Post su dibujo de una línea de tiempo del calentamiento global. "Esta es la Tierra ahora", dice Alex, señalando una forma oscura al pie. "Y después simplemente empieza a desaparecer". El niño levanta la vista para asegurarse de que su madre le sigue el hilo, y le da un golpecito al final del dibujo: "En 20 años, no hay más oxígeno". Luego, para dramatizar el punto, se tira al piso, "muerto".
Y estas no son sólo dos historias extravagantes. En una nueva encuesta de 500 preadolescentes norteamericanos, se determinó que uno de cada tres niños entre 6 y11 años tenía miedo de que la Tierra no existiera más cuando llegaran a ser adultos por culpa del calentamiento global y otras amenazas ambientales. Increíblemente, una tercera parte de nuestros hijos creen que no tienen futuro como consecuencia de historias aterradoras sobre el calentamiento global.
El mismo patrón se repite en el Reino Unido, donde una encuesta demostró que la mitad de los niños jóvenes entre 7 y 11 años están ansiosos por los efectos del calentamiento global, y muchas veces pierden el sueño debido a esta preocupación. Esto es grotescamente perjudicial.
Y seamos honestos. Este miedo fue intencional. Los niños creen que el calentamiento global destruirá el planeta antes de que crezcan porque los adultos se lo dicen .
Cuando cada predicción sobre el calentamiento global es más aterradora que la anterior, y cuando las predicciones más aterradoras -muchas veces no respaldadas por una ciencia evaluada por expertos- son las que reciben más tiempo de transmisión, no sorprende que los niños estén asustados.
En ninguna parte este alarmismo deliberado es más obvio que en La verdad incómoda de Al Gore, una película que se comercializó como "por lejos el filme más aterrador que alguna vez haya visto".
Miren el avance de esta película en YouTube. Observen las imágenes de fuerzas escalofriantes y descomunales que evaporan nuestro futuro. El comentario nos dice que este filme "ha conmocionado al público en todas partes", y que "nada es más aterrador" que lo que Gore nos va a contar. Fíjense que el avance hasta incluye una explosión nuclear.
El debate actual sobre el calentamiento global es claramente nocivo. Creo que es hora de que les exijamos a los medios que dejen de asustarnos tontamente, a nosotros y a nuestros hijos. Merecemos un diálogo más razonado, más constructivo y menos atemorizador.
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At the end of a year of domestic and international upheaval, Project Syndicate commentators share their favorite books from the past 12 months. Covering a wide array of genres and disciplines, this year’s picks provide fresh perspectives on the defining challenges of our time and how to confront them.
ask Project Syndicate contributors to select the books that resonated with them the most over the past year.
La continua presentación de historias espeluznantes sobre el calentamiento global en los medios populares nos atemoriza innecesariamente. Peor aún, aterroriza a nuestros hijos.
Al Gore célebremente describió de qué manera un incremento del nivel del mar de 20 pies (6 metros) inundaría casi por completo a Florida, Nueva York, Holanda, Bangladesh y Shanghai, aunque las Naciones Unidas estiman que los niveles del mar aumentarán 20 veces menos que eso, y no tendrán esas consecuencias.
Frente a estas exageraciones, algunos de nosotros decimos que son por una buena causa, y seguramente no se hace mal a nadie si el resultado es que nos concentremos aún más en enfrentar el cambio climático. Un argumento similar se utilizó cuando la administración de George W. Bush sobreestimó la amenaza terrorista del Irak de Saddam Hussein.
Pero este argumento es asombrosamente erróneo. Estas exageraciones causan mucho daño. Preocuparse excesivamente por el calentamiento global implica preocuparse menos por otras cuestiones, en las que el bien que haríamos podría ser mucho mayor. Nos concentramos, por ejemplo, en el impacto del calentamiento global en la malaria -que significará poner en riesgo a una cantidad mínimamente mayor de personas en 100 años- en lugar de ocuparnos de los 500 millones de personas que sufren de malaria hoy con políticas de prevención y tratamiento que son mucho más económicas y decididamente más efectivas de lo que sería la reducción de las emisiones de carbono.
La exageración también desgasta la voluntad de la población de enfrentar el calentamiento global. Si el planeta está condenado, la gente se pregunta, ¿para qué hacer algo? El 54% de los votantes norteamericanos, una cifra sin precedentes, hoy cree que los medios de comunicación hacen que el calentamiento global parezca peor de lo que realmente es. Una mayoría de la gente hoy cree -incorrectamente- que el calentamiento global ni siquiera es causado por los seres humanos. En el Reino Unido, el 40% cree que el calentamiento global es exagerado y el 60% duda de que sea producto del hombre.
Pero el peor costo de la exageración, a mi entender, es la alarma innecesaria que causa -particularmente entre los niños-. Recientemente, discutí el cambio climático con un grupo de adolescentes holandeses. A uno de ellos le preocupaba que el calentamiento global hiciera que el planeta "explotara" -y todos los demás tenían miedos similares.
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En Estados Unidos, la cadena de televisión ABC hace poco informó que los psicólogos están empezando a ver más neurosis en la gente ansiosa por el cambio climático. Un artículo publicado en The Washington Post citaba el caso de Alyssa, de 9 años, que llora frente a la posibilidad de extinciones masivas de animales como consecuencia del calentamiento global. En sus propias palabras: "No me gusta el calentamiento global porque mata a los animales, y a mí me gustan los animales". De un niño que todavía tiene que perder sus dientes de leche: "Me preocupa el [calentamiento global] porque no me quiero morir".
El periódico también informaba que los padres están buscando salidas "productivas" para las obsesiones de sus hijos de ocho años con la muerte de los osos polares. Sería mucho mejor si los educaran y les hicieran saber que, contrariamente a lo que se cree, la población mundial de osos polares se ha duplicado y tal vez hasta cuadruplicado en los últimos 50 años, a aproximadamente 22.000. A pesar de la reducción -y eventual desaparición- del hielo estival en el Ártico, los osos polares no se extinguirán. Después de todo, en la primera parte del actual período interglaciar, prácticamente no existían glaciares en el hemisferio norte, y el Ártico probablemente estuvo libre de hielo durante 1.000 años, y sin embargo los osos polares todavía están entre nosotros.
Otro niño de nueve años le mostró a The Washington Post su dibujo de una línea de tiempo del calentamiento global. "Esta es la Tierra ahora", dice Alex, señalando una forma oscura al pie. "Y después simplemente empieza a desaparecer". El niño levanta la vista para asegurarse de que su madre le sigue el hilo, y le da un golpecito al final del dibujo: "En 20 años, no hay más oxígeno". Luego, para dramatizar el punto, se tira al piso, "muerto".
Y estas no son sólo dos historias extravagantes. En una nueva encuesta de 500 preadolescentes norteamericanos, se determinó que uno de cada tres niños entre 6 y11 años tenía miedo de que la Tierra no existiera más cuando llegaran a ser adultos por culpa del calentamiento global y otras amenazas ambientales. Increíblemente, una tercera parte de nuestros hijos creen que no tienen futuro como consecuencia de historias aterradoras sobre el calentamiento global.
El mismo patrón se repite en el Reino Unido, donde una encuesta demostró que la mitad de los niños jóvenes entre 7 y 11 años están ansiosos por los efectos del calentamiento global, y muchas veces pierden el sueño debido a esta preocupación. Esto es grotescamente perjudicial.
Y seamos honestos. Este miedo fue intencional. Los niños creen que el calentamiento global destruirá el planeta antes de que crezcan porque los adultos se lo dicen .
Cuando cada predicción sobre el calentamiento global es más aterradora que la anterior, y cuando las predicciones más aterradoras -muchas veces no respaldadas por una ciencia evaluada por expertos- son las que reciben más tiempo de transmisión, no sorprende que los niños estén asustados.
En ninguna parte este alarmismo deliberado es más obvio que en La verdad incómoda de Al Gore, una película que se comercializó como "por lejos el filme más aterrador que alguna vez haya visto".
Miren el avance de esta película en YouTube. Observen las imágenes de fuerzas escalofriantes y descomunales que evaporan nuestro futuro. El comentario nos dice que este filme "ha conmocionado al público en todas partes", y que "nada es más aterrador" que lo que Gore nos va a contar. Fíjense que el avance hasta incluye una explosión nuclear.
El debate actual sobre el calentamiento global es claramente nocivo. Creo que es hora de que les exijamos a los medios que dejen de asustarnos tontamente, a nosotros y a nuestros hijos. Merecemos un diálogo más razonado, más constructivo y menos atemorizador.