COPENHAGUE – El mes pasado, las negociaciones de Doha, que prometían un comercio más libre, fracasaron, aparentemente por un pequeño detalle técnico sobre normas de salvaguardia. En realidad, las negociaciones se hundieron porque nadie –ni Europa ni los Estados Unidos ni China ni India ni los otros principales países en desarrollo– estaba dispuesto a afrontar el problema político de perjudicar a los agricultores ineficientes y a las mimadas industrias nacionales a fin de crear mayores beneficios a largo plazo para prácticamente todo el mundo.
COPENHAGUE – El mes pasado, las negociaciones de Doha, que prometían un comercio más libre, fracasaron, aparentemente por un pequeño detalle técnico sobre normas de salvaguardia. En realidad, las negociaciones se hundieron porque nadie –ni Europa ni los Estados Unidos ni China ni India ni los otros principales países en desarrollo– estaba dispuesto a afrontar el problema político de perjudicar a los agricultores ineficientes y a las mimadas industrias nacionales a fin de crear mayores beneficios a largo plazo para prácticamente todo el mundo.