VIENA – La industria fabril plantea un dilema a la sociedad: su pujanza colabora con el crecimiento de la economía y eleva así el nivel de vida de la población (una meta que para los países en desarrollo es especialmente importante). Pero en su intento de satisfacer la demanda incesante de los consumidores, las fábricas agotan los recursos naturales del mundo y contaminan el medio ambiente. Hay quienes piensan que hoy estamos obligados a elegir entre más prosperidad o más sostenibidad y pureza medioambiental. Pero lo cierto es que las nuevas tecnologías y un nuevo modo de pensar pueden ayudarnos a encontrar un equilibrio duradero entre estos intereses en conflicto.
VIENA – La industria fabril plantea un dilema a la sociedad: su pujanza colabora con el crecimiento de la economía y eleva así el nivel de vida de la población (una meta que para los países en desarrollo es especialmente importante). Pero en su intento de satisfacer la demanda incesante de los consumidores, las fábricas agotan los recursos naturales del mundo y contaminan el medio ambiente. Hay quienes piensan que hoy estamos obligados a elegir entre más prosperidad o más sostenibidad y pureza medioambiental. Pero lo cierto es que las nuevas tecnologías y un nuevo modo de pensar pueden ayudarnos a encontrar un equilibrio duradero entre estos intereses en conflicto.