MOSCÚ – En este mes, hace veinticinco años, me senté enfrente de Ronald Reagan, en Reykjavik (Islandia) para negociar un acuerdo que redujera –y al final podría haber eliminado en 2000– los pavorosos arsenales de armas nucleares que tenían los Estados Unidos y la Unión Soviética.
MOSCÚ – En este mes, hace veinticinco años, me senté enfrente de Ronald Reagan, en Reykjavik (Islandia) para negociar un acuerdo que redujera –y al final podría haber eliminado en 2000– los pavorosos arsenales de armas nucleares que tenían los Estados Unidos y la Unión Soviética.