¿Es Google el Gran Hermano?

MOSCÚ – “Google viola su lema ‘no seas malvado’”. En su defensa, hay que decir que si se busca esa frase en Google se encuentran referencias sobre un debate acerca de esa afirmación en el que yo participé recientemente.

Sucede que tengo una relación compleja con Google. He participado varias veces en sus actividades – como invitada personal; como miembro del consejo asesor de Stop Badware, una ONG que patrocina; y como oradora en sus eventos. También participo en el consejo de 23andMe, una empresa de la que es cofundadora la esposa de Sergey Brin, cofundador de Google.

Pero también soy miembro de los consejos de Yandex, en Rusia, una de varias compañías pequeñas del mundo que superan a Google en sus mercados locales, y de WPP, una empresa mundial de publicidad/mercadotecnia cuya rivalidad con Google es famosa. Por último, desconfío de las concentraciones de poder de cualquier tipo.

Por ello, agradecí la oportunidad de aclarar mis ideas. Me incliné por el lado opositor en el debate: Google no viola su lema. No obstante, creo que existe el peligro de que lo haga algún día.

El riesgo reside en la concentración de información –podría decirse la concentración de poder—que Google representa. Google no sólo orienta a los usuarios hacia la información que existe en la red; también recopila información, que no comparte, sobre el comportamiento de sus usuarios. Si se pueden utilizar los patrones de las búsquedas que se hacen en Google para dar seguimiento a los brotes de gripe o para predecir las perspectivas comerciales de una película, ¿se podrían utilizar también para predecir los movimientos del mercado o incluso revoluciones?

Aun si Google utiliza la información únicamente para sus fines (lo que sea que eso signifique), representa un blanco atractivo para los gobiernos. De hecho, Google generalmente se opone a las solicitudes que hace el gobierno para obtener información personal. (Fue Yahoo, no Google, quien dio información personal al gobierno de China que la usó para encarcelar al autor de un blog).

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En segundo lugar, Google se ha convertido en un portero de facto de la información, a tal grado que si un sitio no aparece en los primeros lugares de la clasificación de Google es casi como si no existiera. El hecho de que la gente pueda recurrir a herramientas distintas de Google para buscar información no tiene importancia porque no lo hacen.

Entonces, ¿cómo equivale la información al poder? El poder activo que da la información es generalmente la amenaza de divulgación. Esa información proporciona poder principalmente en un mundo opaco, de secretos, donde el acceso a la información es limitado.

Pero en general, el libre flujo de información reduce la concentración del poder. Así, en vez de reprimir o regular la información que Google descubre, nos conviene más que esté disponible libremente.

Es probable que un Google que rinda cuentas a sus usuarios –quienes buscan, quienes anuncian, los inversionistas y los gobiernos—sea una empresa mejor que haga más bien en el mercado relativamente abierto de hoy. En resumen, no hay un sistema de regulación en el que yo confíe más que el desordenado mundo actual de intereses encontrados.

Cualesquiera que sean las tentaciones a corto plazo que se le presenten –manipular los resultados de las búsquedas, utilizar información privada o abusar de su influencia—es claro que Google perdería mucho si sucumbiera ante ellas en un mundo donde todos sus movimientos están bajo vigilancia.

Mientras tanto, Google no sólo está evitando el mal; está luchando activamente en su contra. Por ejemplo, Google combate la censura –con acciones, no con gritos. En vez de quedarse al margen y proclamar que la censura es mala, está avanzando por el campo minado de China –compitiendo con un rival que tiene buenas conexiones políticas y dando a entender cortésmente a sus usuarios que no siempre reciben la información completa.

En resumen, Google está cambiando las expectativas de lo que la gente tiene derecho a saber –incluso en los Estados Unidos, donde la censura formal no existe, pero sí la confusión del gobierno o la opacidad de las empresas, entre otras cosas. Además, en países donde se critica a Google por bloquear el acceso a la información, el buscador señala la ausencia –con lo que la gente sabe que la información existe pero que no puede tener acceso a ella.

Por el contrario, cuando alguien en China busca algo en Google y obtiene una respuesta –las características positivas y negativas de un producto, información detallada sobre alguien que no le simpatiza al gobierno—debe preguntarse “¿Por qué no puedo obtener esta clase de información sobre cualquier cosa?” Con Google, la gente comienza a esperar respuestas a todo. Un poco de transparencia inevitablemente conduce a más. En lugar de exigir el fin de la censura –un sueño imposible—Google trabaja para que eso suceda erosionando el control gubernamental sobre la información.

Además, desde un punto de vista meramente práctico, Google hace que el mundo sea más eficiente. Los compradores pueden encontrar vendedores y viceversa, los estudiantes pueden encontrar la información que necesitan para sus tareas y los enfermos pueden encontrar información sobre temas de salud.

Yo creo que el verdadero mal radica en la tentación de una “gobernanza internacional” –digamos un siniestro organismo internacional llamado el Centro de Información Mundial. Aunque suene bien, es probable que en realidad estaría plagado por la burocracia, sería susceptible al control de los peores gobiernos del mundo, no los mejores, y sería incapaz de hacer innovaciones.

Tomemos por ejemplo al ICANN, el organismo que establece las políticas para el Sistema de Nombres de Dominio. Yo fui su presidenta fundadora y no creo que nadie considere que haya sido un éxito. Lo que lo salva es que es ampliamente considerado como ilegítimo, y por lo tanto tiene poco poder.

En contraste, Google es eficiente en lo que hace, y en consecuencia tiene la legitimidad que dan los resultados. Pero no tiene mucho poder de coerción, porque todo el mundo tiene la libertad de buscar una alternativa. Su única opción es ser mejor que la competencia.

El hecho de que estas cuestiones se debatan es una buena señal en sí misma –que mantiene en guardia a Google y a quienes lo vigilan. Afortunadamente, una prensa recelosa, gobiernos poderosos y competidores nerviosos vigilan cada paso que da y esperan que la compañía venza las muchas tentaciones que se le presentan. El abuso del poder es malo, pero el poder en sí no lo es.

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