Substituir a un gobernador al que reeligieron hace tan sólo un año por Arnold Schwarzenegger debe de haber dado a los votantes californianos un placer inmenso, aunque con sensación de culpabilidad. A algunos miembros de la oposición en Alemania les encantaría hacer lo propio con el Canciller Gerhard Schröder, aunque no han encontrado (¡aún!) a una estrella de cine para que lo substituya.
Substituir a un gobernador al que reeligieron hace tan sólo un año por Arnold Schwarzenegger debe de haber dado a los votantes californianos un placer inmenso, aunque con sensación de culpabilidad. A algunos miembros de la oposición en Alemania les encantaría hacer lo propio con el Canciller Gerhard Schröder, aunque no han encontrado (¡aún!) a una estrella de cine para que lo substituya.