Cuando oigo a estadounidenses como la consejera de seguridad nacional de los EU, Condoleeza Rice, comparar la ocupación de Iraq con la de Alemania (y a veces con la de Japón) después de la Segunda Guerra Mundial, me inundan recuerdos lejanos, porque como niño yo tuve esa experiencia. En efecto, en los doce meses que siguieron a la rendición incondicional del régimen nazi de Hitler en mayo de 1945, yo viví bajo ocupación rusa, estadounidense y británica. A veces creo que soy un experto en estudios comparativos sobre ocupación.
Cuando oigo a estadounidenses como la consejera de seguridad nacional de los EU, Condoleeza Rice, comparar la ocupación de Iraq con la de Alemania (y a veces con la de Japón) después de la Segunda Guerra Mundial, me inundan recuerdos lejanos, porque como niño yo tuve esa experiencia. En efecto, en los doce meses que siguieron a la rendición incondicional del régimen nazi de Hitler en mayo de 1945, yo viví bajo ocupación rusa, estadounidense y británica. A veces creo que soy un experto en estudios comparativos sobre ocupación.