ROMA – Entre los muchos efectos devastadores de la crisis económica actual, uno de los más perniciosos en el mundo desarrollado es la tendencia ascendente de la tasa de desempleo de los jóvenes, que creció seis puntos porcentuales en la zona de la OCDE entre 2007 y 2009. España tuvo una alarmante tasa de desempleo entre los jóvenes del 42% en 2010. Cuando los jóvenes dejan de ser el motor de la economía, se pone en peligro el crecimiento a largo plazo y el malestar social se convierte en una amenaza real para el orden político democrático.
ROMA – Entre los muchos efectos devastadores de la crisis económica actual, uno de los más perniciosos en el mundo desarrollado es la tendencia ascendente de la tasa de desempleo de los jóvenes, que creció seis puntos porcentuales en la zona de la OCDE entre 2007 y 2009. España tuvo una alarmante tasa de desempleo entre los jóvenes del 42% en 2010. Cuando los jóvenes dejan de ser el motor de la economía, se pone en peligro el crecimiento a largo plazo y el malestar social se convierte en una amenaza real para el orden político democrático.