BERLÍN – La decisión adoptada por el G-20 en noviembre de 2008 de no dejar perecer ningún banco sistémicamente importante pudo parecer prudente en aquel momento, dada la amenaza de un desplome financiero mundial, pero dicha decisión y las equivocadas políticas aplicadas por los bancos centrales y los gobiernos desde entonces han brindado a los más importantes bancos excesivamente endeudados la capacidad de chantajear a sus rescatadores, capacidad que han utilizado para crear un sistema financiero en el que están, en realidad, exentos de responsabilidad.
BERLÍN – La decisión adoptada por el G-20 en noviembre de 2008 de no dejar perecer ningún banco sistémicamente importante pudo parecer prudente en aquel momento, dada la amenaza de un desplome financiero mundial, pero dicha decisión y las equivocadas políticas aplicadas por los bancos centrales y los gobiernos desde entonces han brindado a los más importantes bancos excesivamente endeudados la capacidad de chantajear a sus rescatadores, capacidad que han utilizado para crear un sistema financiero en el que están, en realidad, exentos de responsabilidad.