En apoyo a la investigación sobre células raíz embrionarias

La mayoría de las células de nuestros cuerpos tienen una vida corta y una misión específica que cumplir. Las células raíz, que se encuentran en muchos órganos, desde la piel hasta la médula ósea, son diferentes. Los “ancestros” de las células comunes, son capaces de regenerarse indefinidamente. Dadas las señales bioquímicas correctas, estas células se pueden dividir y transformarse en distintos tipos de células según las necesidades.

Tal versatilidad significa que las células raíz tienen el potencial para regenerar tejidos de órganos dañados y ofrecer tratamientos nuevos y sorprendentes para una gama de enfermedades que en la actualidad son devastadoras. En efecto, las células raíz podrían tal vez permitir que el ser humano “desarrollara órganos nuevos” para remplazar los enfermos, con lo que existiría la posibilidad de nuevas terapias celulares.

Con base en investigaciones de células similares en ratones, los científicos prevén que las células raíz podrían utilizarse para reponer médula ósea en los pacientes que sufren de cáncer, para producir células pancreáticas que alivien la diabetes, o células neuronales para tratar la enfermedad de Parkinson, la de Alzheimer y varios trastornos cerebrales y de la espina vertebral.

Para estas investigaciones, lo mejor es obtener células raíz de embriones en sus etapas más tempranas, creados mediante fertilización in vitro, pero eso plantea dilemas éticos. La idea de que se creen embriones humanos con el propósito específico de “ordeñarlos” con fines médicos, crea el temor de un regreso al “mundo feliz”. Aun cuando esos extremos son poco probables, la posibilidad de que haya abusos de cualquier tipo genera una fuerte oposición.

La mayoría de quienes se oponen a las investigaciones no cuestionan su valor científico o médico, sino el uso de embriones humanos. Estas personas, sobre todo en Alemania, donde las investigaciones sobre las células raíz traen recuerdos de la eugenesia Nazi, sostienen que la investigación con células obtenidas de embriones es innecesaria porque las células raíz también se encuentran de manera natural en los tejidos adultos. Aunque los científicos muestran un optimismo cauto ante informes recientes sobre la plasticidad de las células raíz obtenidas de tejidos adultos, es poco lo que saben sobre la posibilidad de mantenerlas fuera del cuerpo, sobre su capacidad de diferenciación y si se pueden obtener en las cantidades que se requieren a fin de estudiar su utilidad para usos clínicos.

Si las investigaciones se detienen con base en ese optimismo, es posible que pasen varios años antes de que los científicos determinen si las células raíz obtenidas en tejidos adultos son equivalentes a las embrionarias en términos de su potencial para curar enfermedades. No podemos darnos el lujo de avanzar secuencialmente con estas tecnologías tan promisorias. Debemos explorar todas las rutas que puedan conducir a curas médicas en favor de quienes lo necesitan. Mientras que las investigaciones en células ráiz adultas deben llevarse a cabo en forma agresiva, ello no debe ser a expensas de un programa agresivo que explore el potencial que tienen las células raíz de ser utilizadas en terapias para el ser humano.

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En los Estados Unidos, donde el problema fue estudiado por la Comisión Consultiva Nacional sobre Etica Biomédica a través de audiencias y discusiones con expertos en ética, líderes religiosos, científicos y médicos, recientemente se adoptó una restricción más. Se llegó a la conclusión de que es permisible desde el punto de vista ético preparar cepas de células raíz a partir de embriones congelados, pero únicamente de aquéllos obtenidos durante un proceso de fertilización in vitro y cuyos donantes y su médico consideren que exceden los requerimientos clínicos (generalmente se fertilizan más óvulos de los que se implantan en las mujeres que quieren embarazarse).

Con base en esas discusiones, el Instituto Nacional de la Salud (NIH) de los Estados Unidos promulgó lineamientos que permiten el uso de fondos del gobierno para la investigación sobre células raíz pero que, en su redacción actual, prohíben a los investigadores que tienen fondos federales crear nuevas cepas. Esa restricción obliga a que las cepas se obtengan únicamente de fuentes privadas o comerciales que se adhieran a los protocolos incluidos en los lineamientos.

Yo creo que restringir el uso de los fondos gubernamentales para la creación de células raíz, aunque es prudente desde el punto de vista político, genera desventajas científicas substanciales. Sabemos que varios factores poco estudiados provocan que las células raíz pierdan su capacidad para convertirse en células de todos los tipos. Esta pérdida de la capacidad de diferenciación puede deberse a la forma en la que se obtienen las células raíz, las condiciones que rodean su crecimiento y otras variables de su manejo.

Permitir que distintos investigadores financiados por el gobierno obtengan cepas celulares en condiciones diferentes en sus propios laboratorios, como se ha hecho recientemente en Gran Bretaña y Francia, es el mejor camino para determinar cuáles son las condiciones críticas para generar células útiles para propósitos terapéuticos específicos. Las células raíz embrionarias preparadas en el laboratorio de un científico con toda probabilidad se obtuvieron, guardaron y conservaron con métodos que maximizan su potencia para usos particulares. Las que se obtienen de fuentes comerciales posiblemente tendrán antecedentes genéticos desconocidos y por lo tanto resultan menos útiles para los estudios importantes.

Aunque en ocasiones se mencionan contingencias remotas, la elección ética fundamental que plantea la investigación de las células raíz es más limitada: deben o no utilizarse embriones humanos, que a la larga serán destruidos legalemente, para crear terapias que podrían salvar vidas. Quienes se oponen al aborto sin importar los motivos afirman que sacrificar un embrión humano para obtener células raíz es similar al aborto y por lo tanto es inmoral. Pero, bajo mi punto de vista, obtener células raíz de embriones que están en sus etapas más tempranas y que al final serán destruidos es éticamente distinto al aborto. También debemos considerar las consecuencias morales de abandonar estas investigaciones que tienen el potencial de salvar y mejorar vidas humanas. ¿Qué mayor moralidad existe que hacer todo lo que podamos para ayudar a los individuos cuyas vidas están plagadas por la enfermedad?

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