De nuevo la contemporización

Recuerdo perfectamente el aprieto ligeramente ridículo y arriesgado y algo penoso en que los diplomáticos occidentales en Praga se encontraban durante la Guerra Fría. Periódicamente tenían que resolver la delicada cuestión de si invitar a las celebraciones de su embajada a diversos firmantes de la Carta 77, activistas en pro de los derechos humanos, críticos del régimen comunista, políticos relegados o incluso escritores, académicos y periodistas vetados... personas que solían ser amigas de los diplomáticos.

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