TOKIO – En el verano de 2007, dirigiéndome en mi carácter de primer ministro de Japón a los miembros del Parlamento de la India, hice referencia a la “confluencia de los dos mares” (frase que extraje del título de un libro escrito en 1655 por el príncipe mogol Dara Shikoh), lo que me valió la ruidosa aprobación de los legisladores allí reunidos. Desde entonces han transcurrido cinco años, y cada vez estoy más convencido de que mis palabras de aquel momento fueron las correctas.
TOKIO – En el verano de 2007, dirigiéndome en mi carácter de primer ministro de Japón a los miembros del Parlamento de la India, hice referencia a la “confluencia de los dos mares” (frase que extraje del título de un libro escrito en 1655 por el príncipe mogol Dara Shikoh), lo que me valió la ruidosa aprobación de los legisladores allí reunidos. Desde entonces han transcurrido cinco años, y cada vez estoy más convencido de que mis palabras de aquel momento fueron las correctas.