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En tanto cambian las familias, también debe cambiar la red de protección

NUEVA DELHI – Este año se celebra el 30 aniversario del Año Internacional de la Familia (AIF) de las Naciones Unidas. En las décadas que transcurrieron desde que se proclamó el AIF, los cambios demográficos, las transformaciones tecnológicas, la migración, la urbanización y el cambio climático han afectado a las sociedades en todo el mundo. Responder de manera efectiva a estos cambios exige revisar las estratégicas prevalecientes en materia de protección social y modificar el foco de las políticas para fortalecer la solidaridad intergeneracional.

La Convención 102 de la Organización Internacional del Trabajo, el primer (y, hasta el momento, el único) tratado internacional que se ocupa de la seguridad social, establece estándares mínimos para la provisión de beneficios familiares (o infantiles) en forma de transferencias periódicas de dinero, asistencia en especie (alimentos, vestimenta, vivienda) o una combinación de ambas cosas. Al momento de su adopción en 1952, muchos países europeos comenzaron a desarrollar sistemas generosos de asistencia social. En 2020, el gasto en beneficios familiares/infantiles en la UE representaba el 8,3% del gasto total en beneficios sociales. Esta cifra llegaba al 16,2% en Polonia y al 15,7% en Luxemburgo; Estonia, Alemania, Lituania, Rumania, Hungría, Dinamarca y Suecia también registraban porcentajes de dos dígitos. Pero no son los únicos: más de 120 países de bajos y medianos ingresos han adoptado programas de transferencia de dinero para las familias pobres.

La mayoría de estas políticas se centran en reducir la pobreza familiar u ofrecer protección con un eje en las familias, como transferencias de efectivo condicionales o asignaciones por nacimiento de un hijo, atención médica y matrículas escolares, así como raciones de alimentos para los hogares encabezados por mujeres. Estas medidas han ayudado a las familias a lidiar con la carga de cuidar a parientes enfermos, han mejorado la condición nutricional de las familias y han reducido la mortalidad infantil, el ausentismo escolar y el trabajo infantil.

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